Por: Nabil Emile Semaan, Noviembre 2020.
Es extraño que los cedros del Líbano sean un atractivo para reyes y grandes personalidades del mundo, de países lejanos y que la gente de las regiones cercanas a la tierra libanesa no se animen a visitar el país de los cedros. ¡Exhortemos a nuestra gente a visitar el hermoso Líbano e inspirarse bajo sus sombras!
José S. Helu, 1934.
Al mediodía del viernes 14 de julio de 2006, el filántropo mexicano de origen libanés, Alfredo Harp Helú, de la mano con su esposa, la Dra. María Isabel Grañén Porrúa y su hijo Santiago, visitaron el bosque de los Cedros Divinos Arz el-Rab, de sólo 11 hectáreas de superficie, y se detuvieron a admirar con profundo aprecio sus raíces milenarias arraigadas en la tierra. El escenario parecía triste y descorazonado, bajo el rugido de los aviones de guerra que sembraban en aquel día, la destrucción, el miedo y la ansiedad por el futuro, ya que la llamada “Guerra de Julio” había estallado a los dos días de la llegada de la familia a Beirut.
Al mirar hacia las montañas desérticas, y motivado por el amor a su patria madre, Alfredo volteó hacia María Isabel y dijo: “El mejor regalo y mensaje de solidaridad que podemos ofrecer a Líbano y a las futuras generaciones, en estos tiempos críticos y difíciles, sería plantar de decenas de miles de cedros en estas laderas deforestadas”.
Una vez que Líbano recuperó la calma, visité el bosque de los cedros, en la tarde del martes 26 de septiembre, con la misión de encontrar con quien colaborar para realizar tan ambicioso proyecto que soñaba Don Alfredo. Ese día, entré en contacto con El Comité de los Amigos del bosque de los Cedros en Becharre, el CAFC, una asociación ecológica de voluntarios, formalmente constituida desde el 1985, que se dedica a la protección y mantenimiento del bosque de los Cedrus Libani, mencionado más de 70 veces en el Antiguo Testamento. El citado comité también impulsaba la reforestación del área y había alcanzado, en aquél entonces, un total de 17,000 cedros y cada uno de ellos llevaba el nombre de su patrocinador. Al principio, nadie podía creer que fuera posible la propuesta del mexicano Alfredo Harp Helú, pero creyeron después de una docena de sesiones de trabajo para diseñar el proyecto del futuro bosque, y sus requerimientos y condiciones.
El CAFC acogió con entusiasmo la iniciativa de don Alfredo. Se firmó un protocolo de cooperación (2007-2014) con la Alcaldía de Becharre, que contempló la plantación de 40,000 cedros, sobre una superficie de 130 hectáreas municipales, incluso se planeó el mantenimiento, riego y una barda alambrada para su protección del pastoreo.
El evento de lanzamiento del proyecto de reforestación más ambicioso del país fue celebrado el sábado 21 de junio de 2008, con la presencia de las autoridades distritales y la sociedad civil. La Alcaldía de la ciudad de Gibran Kahlil Gibran entregó la llave de esa ciudad, por primera vez a una persona, a Alfredo Harp Helu, como señal de agradecimiento por su invaluable iniciativa. Alfredo, acompañado por María Isabel y Santiago, respondió y llamó a las autoridades y las asociaciones civiles, a sumar esfuerzos para lograr juntos un proyecto de reforestación sustentable, y se comprometió de financiar de inmediato la excavación e instalación de un lago de captación pluvial y de deshielo, con capacidad de 20,000 metros cúbicos, para el riego de las plantas. Ese lago se hizo realidad a los pocos meses, y la nueva plantación prosperó con sus abundantes aguas, a partir de la temporada de sequía del 2009. Así, el nombre de Alfredo Harp Helu quedó escrito con las ramas de los cedros sobre las cumbres más altas del monte Makmel, cuya donacion sería un patrimonio para las futuras generaciones.
Se inició con la reforestación en las laderas de los cerros, entre la cumbre mayor del Qornet As-Sauda y las profundidades del Valle Santo de Qadicha con cuarenta mil cedritos que prosperaron generosamente y que la familia Harp pudo disfrutar a principios de julio de 2010. En su siguiente visita a Líbano, dos años después, la familia recorrió la vecina reserva de los Cedros Tannourin, y desde allá, la familia filántropa recorrió las cumbres áridas de los pueblos intermedios, sobre un cinturón montañoso que se extiende a lo largo de 14 kilómetros, pasando por Hadath el Jubbah, Hasroun, Diman, Berqacha, Beqaakafra, hasta su llegada a Becharre. En esa localidad, don Alfredo reiteró ante el CAFC su deseo de donar un vivero de alta tecnología con capacidad de producción de más de cien mil cedros al año, con la finalidad de promover la plantación masiva de cedros y plantas locales. Su deseo era que a futuro se pudiera ampliar la mancha verde y conectar el bosque de Becharre con el de Tannourin. Justamente, ese era el mismo sueño acariciado por los libaneses desde la antigüedad. Así, a expensas de don Alfredo, una compañía sueca instaló el vivero computarizado de producción en junio de 2013, e incluyó cursos de capacitación y experimentación. Los frutos comenzaron a brotar en 2014.
La familia Harp-Grañen regresó en 2015 y 2018, quería disfrutar de los avances. Con la reforestación, se crearon islas verdes, en medio de los altos áridos de los pueblos mencionados y, además, se incluyó a Hadchit. Por primera vez, en 2018, la familia Harp-Grañén conoció, la belleza del área reforestada bajo el manto blanco de la nieve. Emocionado, don Alfredo tomó la iniciativa con otra asociación, “El Comité para Salvaguardar la Ecología en Becharre”, el CSEB, para participar en el ambicioso proyecto de extender la mancha verde a las cumbres aledañas. Las hijas de don Alfredo, Sissi y María Isabel, firmaron un compromiso para continuar con la reforestación en el país de sus ancestros. El CSEB lanzó su proyecto paralelo y, seis meses después, con la presencia de la familia Harp, la Juventud de la Unión Libanesa Mundial, las autoridades religiosas, militares y municipales, así como las asociaciones civiles, se llevó a cabo otra reforestación en los terrenos patriarcales del pueblo de origen de los Harb, Ad-Diman, el martes 23 de julio 2019, bajo el patrocinio y la presencia del patriarca maronita Bechara Al-Raí.
Este proyecto ha emocionado profundamente a los pobladores de la región. Los dos comités, conscientes que las pequeñas semillas de los Cedrus Libani, recopiladas en el Bosque Divino, y germinadas en el vivero, representan un anhelo de continuidad, han plantado, en los últimos dos años, con el financiamiento de la Fundación Alfredo Harp Helú, unas 16 000 plantas de cedros libaneses y unas mil más forestales nativas, cedros y juníperos excelsa El Lezzab, en las cercanías de otro lago de captación pluvial que se construyó para complementar el proyecto.
Hace unos días compartí unas fotos de mi última visita, a mediados de noviembre de 2020, a un centenar de amigos. Casi todos coincidieron en decirme:
Nabil, haz llegar nuestro más profundo agradecimiento y admiración al señor Harp y su familia, que sepan que lo que están haciendo, al pi
ntar nuestro paisaje árido de verde, es la única luz de esperanza y paz. Es de las pocas buenas noticias que recibimos gracias a ellos en medio de este túnel de desesperación en el que vivimos en estos malos tiempos.
No cabe duda que este es un mensaje alentador que sonará en el corazón para siempre.