SI LOS FENICIOS NOS PREGUNTARAN

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Por Dida Sáab.
Abril 27, 2023.

Hay asuntos en Líbano que no se discuten, y el pasado fenicio es uno de ellos. Somos conscientes de la gloriosa civilización que crearon, sus logros, sus dominios, sus aportes. Fueron quienes hicieron que en la historia se pasara de la antigüedad a la civilización creando el alfabeto al alcance de todos.

Esto hubiera sido suficiente para quedar con su magnífico lugar en todos los tiempos. Sin embargo, no conformes, fueron también grandes conquistadores del mar, comerciantes, artesanos, aventureros. Y al haberse situado la totalidad de la costa libanesa (no en el extremo norte o sur como es el caso de Palestina y Siria), nos sentimos con el, quizás, fundado derecho de reconocernos como sus únicos sobrevivientes, mientras a los tunecinos o a los habitantes de Cádiz no se les ocurra llevarnos a la ONU reclamando parte de la herencia. Ya veremos qué hacemos si se presenta a caso.

Pero en una época en la que buscamos lugares comunes para sentarnos a conversar y arreglar diferencias, no podemos encasillar a los fenicios como ancestros de una sola parte de la población libanesa. Con ausencia de todo sentido, y con presencia de toda mala intención, un grupo de libaneses se siente con la completa marca registrada de los antiguos cananeos, con el único propósito de diferenciarse de otros que conviven la misma tierra. Al rebuscar un poco, nos encontramos con que el “fenicismo” fue activado muy sabiamente a principios del siglo XX no solo para enorgullecernos, sino para mantener las divisiones a flor de piel. Podemos entender que en un principio fue el resultado de la avasallante ola panarábica que hubo en la zona. Muchos libaneses no quisieron sentirse perdidos en un movimiento regional que políticamente podía anularlos. Otros, los del sur, estaban anulados por su propio gobierno, vieron un avión antes de ver un auto, ya que no tenían carreteras que llegaran a sus pueblos, y se les hizo muy fácil incluirse en un grupo en el que se sienten aceptados. Ambas posturas son entendibles. El problema se presenta en no haber encontrado la conjunción adecuada. La respuesta de esas dos vertientes debió ser: a) un arabismo diferenciado del resto de los vecinos, y b) un fenicismo incluyente, sobre todo tomando en cuenta que los centros de Tiro y Sidón (ciudades de mayoría sunita) también fueron importantes núcleos, aunque son mucho menos mencionados que el de Biblos.

Aclaremos: el pasado Fenicio lo tenemos. Lo presumimos. Nos ENORGULLECE. Nos distingue. Pero no le pertenece a un solo grupo de los que hoy conforman la sociedad. O todos en Líbano, o nadie. Las teorías que llamo “fenicistas” son el arma que encontraron algunos para definirse como “no árabes”. Qué insistencia la de algunos en dividir todo en buenos y malos, blancos y negros, izquierda y derecha… ¡¡¡¡¡FENICIOS Y ÁRABES!!!!!

O sea, la población libanesa, según algunos de los que manejan estos conceptos, se divide en cristianos fenicios y musulmanes árabes. ¡Válgame Dios! ¿En qué se puede basar tamaño absurdo? ¿En querer sacar a Líbano de su mundo árabe para darle solo características fenicias, o viceversa?

Ni los arabistas tienen derecho a minimizar nuestro claro pasado fenicio, ni los fenicistas tienen derecho a sacarnos del mundo árabe. Y ninguno de los dos tiene la potestad de inmiscuirnos en sus políticas en nombre de ninguna religión. Todos somos libaneses, con nuestro resultado diferente al resto de los países que nos rodean porque LÍBANO NOS HIZO DIFERENTES A LOS DEMÁS, pero ya basta de hacernos diferentes entre nosotros.

A los fenicistas les pregunto: ¿Por qué solo relacionar lo árabe con lo negativo? ¿Árabe es una religión? ¿Árabe es solo un partido político que quiere imponer una cultura que no es árabe sino persa? No podemos reducir un mundo estupendo que escribió la historia, a un partido local. La cultura árabe aportó MARAVILLAS a la humanidad, investigaciones, descubrimiento, ciencia, arte, un idioma espeluznantemente hermoso, y queremos y NOS MERECEMOS  ser parte de su paso por la historia. Nos ha tocado estar en contacto con culturas tan ricas. ¿Por qué anular la existencia de una de ellas, la cual, justamente, define la zona y al país, y está claramente escrita en nuestra Constitución? ¿Hay forma de negar la permeabilización de la cultura árabe en nuestra sociedad?

Confusiones terribles entre etnia árabe y religión musulmana juegan un papel preponderante en estos conceptos mal llevados.    A los arabistas les pregunto: ¿Tienen manera de negar nuestro pasado fenicio? ¿Por qué muchos niegan la existencia de un Líbano con características propias, y buscan hoy (que son mayoría en todo) la identidad en otro lado? ¿Hay alguna forma en la que podamos hablar en los mismos términos entre todos, sin incluir la religión? ¿Serían tan amables de escoger mandatarios que entiendan esto? No tienen idea de cuánto nos ayudaría como nación.

Caímos en el juego de Bush y del estado artificial de Israel de colocar al villano con un turbante porque se le acabaron los enemigos rusos (quienes ya están a punto de volver a protagonizar las películas de Hollywood). Con esa excusa, Estados Unidos y sus aliados entran a Medio Oriente a desarmarlo como hicieron en Irak, en nombre de una democracia que no le va a esta idiosincrasia. Inventan grupos terroristas para mantener la zona asustada, quieren, a toda costa, destruir una imagen. No puede ser que el reloj de nuestra curiosidad se detenga en los últimos 70 años. Los árabes existen desde que existe la historia, y hasta a los inicios de ella, a Mesopotamia (hoy Irak), fueron las fuerzas occidentales a descargar sus teorías divisionistas. Y si los divisionistas no quieren verlo, tampoco, por favor, hagan más grande la brecha. Árabe no se contrapone a Fenicio ni a Cristiano, porque no podemos cerrar los ojos ante la existencia histórica de reinos árabes cristianos en Siria y en la antigua Arabia. Medio Oriente sin cristianos es, sencillamente IMPENSABLE. Repito: IMPENSABLE.

Pero sigamos con la herencia fenicia.

¿De dónde vinieron los fenicios? Hablan de ellos como si hubieran sido generación espontánea o como si vinieron de otro planeta. Vienen de tribus semitas, al igual que los árabes, sin embargo no se asentaron en el desierto sino en las costas. Y, si vamos más allá, no hay nada que continúe sin interrupción desde los fenicios hasta ahora: ni su gastronomía, ni tradiciones ni idioma. Revisemos las pruebas de ADN, y veamos si solo está en una parte de la población, y nos sorprenderemos de que no es así.

Si los fenicios vinieran ahora, lo primero que nos reclamarían sería lo que hemos hecho con nuestro mar: permitir que unos cuantos se hayan adueñado de nuestras costas, y tener nuestras playas en el más vergonzoso estado de contaminación. Nos preguntarían por qué dejamos de ser productores comerciantes para convertirnos en importadores, haciendo del explotado puerto de Beirut solo una puerta de entrada, hasta para importar electricidad. Quizás también nos reclamarían nuestro monoteísmo y lo colocarían como causa principal de los conflictos, pero esa es otra historia. Nos preguntarían por qué nadie se llama Ashtarut ni Baal ni Dagon, por qué no escribimos en su original alfabeto y nos preguntarían cómo hicimos para encapsularnos durante 2000 años y seguir siendo fenicios, mientras comemos hummus y bailamos dabke con turbantes, siendo el más cotizado el dabke de Baalbeck. Nos preguntarían si creemos que ellos fueron un grupo que no se interrelacionaba con nadie, y hasta se reirían al creer que nosotros nos imaginamos a su gente entrando en ataque de pánico al ver a un árabe, cuyas raíces semíticas, repito, son las mismas. Jamás vivieron aislados del mundo. Al contrario. Salieron a buscarlo, lo unieron, y los fenicistas de hoy quieren, en nombre de ellos, dividir el país.  Y decir que su civilización se desarrolló basada en la navegación, nos hace pensar en quiénes habitaban la costa. Buena pregunta. No hubo fenicios, como civilización, en la montaña libanesa (que es la que guarda la identidad). Sus ciudades-estado fueron todas costeras. La ironía sigue. Ciudades estado que no tenían un mandatario único, y entre las cuales, según algunos estudios, no había muy buena relación. En eso quizás hemos sido bastante fenicios hasta hoy.

 

Por favor, démosle su lugar y practiquemos los valores que ellos tenían. Los fenicios salieron por nuestros mares a descubrir el mundo y a unirlo. Los árabes se expandieron y protagonizaron la época grandiosa del Califato de Córdoba, hervidero de intelectuales que se explayaron en hacer de la cultura un lugar de convivencia entre musulmanes, cristianos y judíos. Quizás el Califato de Córdoba es el mensaje que debemos empezar a imitar.

Todos fenicios. Todos árabes. No somos diferentes: rezamos diferente, y eso no debe dividirnos.  Y si es difícil buscar un suelo común, pues ya lo tenemos. Líbano nos lo da, como se lo dio a los fenicios y a todas las civilizaciones que pasaron por su territorio, y que ninguna fue capaz de dar nombre a la tierra. Fue la tierra quien les dio el gentilicio. Por eso, es la tierra la que nos debe dar el denominador común para empezar a buscar semejanzas. Solo basta hacer pequeñas revisiones a los capítulos de historia, y comprobar que la convivencia entre todos los grupos existió, por mucho más tiempo que los conflictos.

A fin de cuentas, separarnos “ancestralmente” es buscar problemas donde no los hay. Ya en Líbano nadie piensa eso. Fenicistas, arabistas, cristianos, druzos, musulmanes, los del Norte, los de la montaña, los del sur, los de izquierda y los de derecha… a todos los dañaron. Todos están igual de mal, sin esperanzas. Todos han sido engañados por sus mismos líderes, quienes durante siglos han sabido jugar a la división. Nos hicieron creer que el problema de Líbano eran los palestinos, salió la OLP y la guerra continuó. Nos hicieron creer que el dominio sirio era el problema, salió el ejército sirio y los problemas continuaron. Hoy usan buenos detergentes para materia gris al decir que el problema es ÚNICAMENTE Hezbola e Irán, y les garantizo que si mañana salen los dominios persas, los problemas continuarán. La división de la sociedad es, para ellos, la garantía de quedarse en el poder. Necesitan siempre dejar encendida esa máquina que nos diferencia. Y para ese motor, teorías de arabismo extremo o fenicismo extremo son gasolina del mejor octanaje, y gratis.

Por el suelo libanés han pasado demasiadas culturas. Los fenicios, nuestra civilización matriz, nos dan una definición diferente. Y con un toque especial.

 

Las culturas y civilizaciones intercambian conocimientos, se amalgaman, se enriquecen, se unen. No las usemos dentro de Líbano para dividirnos. Ya basta. En un mundo de inclusión, nos empeñamos en excluirnos entre nosotros.

Los fenicios fueron LA CIVILIZACIÓN. No la utilicemos en dañarnos a nosotros mismos. Todos los grupos que viven aquí tienen cultura y herencia compartidas. Aprendamos a sacar la política de nuestra identidad. Los fenicios actuaron como puente entre varias culturas y favorecieron la difusión y mezcla de las mismas. No estarían muy contentos al ver que, dos mil años después, son considerados motivo de discordia. Y no nos perdonarían. Y nos pedirían cuentas.