LAS CUATRO LIBERTADES

Dida

Por: Dida Sáab

 

Líbano es el país de “todo es posible, y todo sucede a la vez”, y los ojos de sus ciudadanos están desorbitados porque ya no se sabe hacia cuál

tragedia/corrupción/injusticia/humillación/división/burla ver.

Políticamente, muchos países estarían divididos en dos bloques: el bueno y el malo (según desde dónde se vea), o lo que es igual, neoliberales y conservadores, ricos y pobres, izquierda y derecha. Muy simple: blanco o negro. Si echamos un vistazo a Europa, agregaríamos las monarquías, parlamentos, entidades autónomas, lo que, además de blanco y negro, implicaría la inclusión de, al menos, los colores primarios. Pero topándonos de frente con la realidad de Líbano, vemos que la paleta desaparece ante la posibilidad de combinaciones, y no entendemos cómo conviven el color salmón con el azul cielo, el beige grisáceo, el rojo cobrizo y el verde esmeralda.

Como hemos dicho en varias oportunidades, en Líbano hay de todo: democracia parlamentaria, partidos políticos, grupos religiosos y étnicos,  partidos político-religiosos, político-étnicos, monarquías, familias pudientes, feudos, dictadura, autoritarismo. Y de todo esto echan mano los dirigentes para mantener al pueblo dividido, en un sistema hecho para que haya siempre a quién culpar. Y siempre el responsable es el otro. Caos programado.

Muchos han sido los intentos por eliminar esas barreras. Sin embargo hay movimientos a los que hay que poner atención, y en este escrito se pretende hablar de cuatro grupos que han entendido que nadie ha visto por ellos, y ya no hay autoridad política ni religiosa que los incluya ni defienda; ellos buscan que Líbano deje de ser “un lugar” y se convierta en NACIÓN. Y que sea esta quien provea los derechos ciudadanos.

Son grupos de personas que necesitan hacer valer sus derechos, y saben que no lo lograrán a través de la facción que apoyan o de la institución religiosa en la que rezan. Si protestan en voz alta, serán “condenados” por los de su mismo entorno. De ahí que han decidido dejar a un lado sus partidos y templos, para poder gritar sus clamores con libertad. Política y religión no han garantizado sus derechos ciudadanos.

Hablando de estos grupos, comenzaremos la lista con los FAMILIARES DE LAS VÍCTIMAS DEL PUERTO DE BEIRUT. De ello se ha escrito mucho, hasta el cansancio, y hoy, a dos años y dos meses de ese fatídico suceso, aún no hay el menor rastro que dé con los culpables, y mucho menos de que alguien pague por ese “error”. El 4 de agosto del 2020, dos mil setecientas toneladas de nitrato de amonio colocadas por asesinos, (a sabiendas de los otros asesinos, los que encubren), explotan y se llevan por delante la vida de libaneses de todos los grupos políticos y religiosos. Nadie fue protegido. Ni Juan ni Ali, ni Elías ni Hassan. Pertenecer a un partido o a una comunidad de fe no salvó a nadie de los crímenes de la corrupción. Los ciudadanos creyeron en sus jefes políticos y religiosos, cuando debieron estar amparados por un Estado, pero este no los protegió porque, adrede, no existe. Hoy, el dolor de los familiares les ha hecho sobrepasar lo “establecido”, y pedir justicia sin importar cómo rezan ni en qué partido militan. De una manera muy cruel, se han tenido que liberar de esas ataduras que una vez prometieron resguardarlos, y que hoy los han dejado a la deriva.

 

 

El segundo grupo es el de DEPOSITANTES BANCARIOS.     En de octubre del 2019, cuando comenzó la revolución de jóvenes, cerraron las entidades bancarias con la excusa de proteger a sus empleados. Los desalmados y corruptos caudillos políticos y sus allegados aprovecharon el caos, y los bancos abrieron sus puertas en secreto para que ellos transfirieran al exterior sus fortunas. Desde entonces, al resto de los mortales sin sangre azul nos retuvieron nuestros ahorros, comenzaron dando algunos montos a cuentagotas en moneda nacional, y hoy ya no sabemos si los ahorros serán o no devueltos.  Cuando otros países pasaron por esta situación, en menos de una semana ya tenían un plan de contingencia. En Líbano, deliberadamente, no se ha llevado a cabo ABSOLUTAMENTE NINGUNA ESTRATEGIA que nos permita saber lo que va a suceder. El rasero pasó por todos los ciudadanos sin distinción. Tampoco hubo autoridad política ni religiosa que salvara a los libaneses de este desastre. Todos los caudillos salvaron su dinero, y sus rebaños mueren de hambre y humillación. Así que ya comenzamos a ver cómo la desesperación ha llevado a muchos ciudadanos a entrar a la fuerza a los bancos, no a robar, sino a pedir su dinero. La ASOCIACION DE DEPOSITANTES sigue luchando por todos los afectados.

Hay otros movimientos de “libertad” que también atraviesan esta sociedad, y son efectivos, osados y con objetivos claros.

Uno de ellos es el grupo LGBT+, no tan expuesto y desarrollado en Líbano como en otros países. Pero su presencia es cada vez más valiente y notoria. Sin caer en la discusión de justificar, apoyar y salir con moralismos obsoletos, este grupo ha tenido dos golpes fuertes y sonados, que llevaron a la ciudadanía a la reflexión. Uno fue la prohibición de la marcha que llevarían a cabo el mes de junio del año en curso, lo que provocó la alegría en muchas personas, mientras que el resto, pertenecientes o no al grupo LGBT+, veía represión a la libertad personal. Otro ataque que recibieron fue el impedimento de la presentación del grupo musical MASHRU3 LEYLA en Byblos en el verano del 2019.  Instituciones religiosas no cesaron de criticar este concierto. Los vetaron por ir en contra de la “moral y buenas costumbres”. ¿Eliminarlos de un concierto? ¿Cómo se les ocurre hacer UNA BARBARIDAD ASÍ?  ¿Quién en su sano juicio puede decir que este grupo, cuyo vocalista es declaradamente homosexual, tiene menos moral que los que nos gobiernan, y en el nombre de familia, feudos y creencias nos han llevado a este trágico y constante desastre?  ¿Castigan a Mashru3 Leyla por uso de su libertad, y no castigan a los dirigentes que nos robaron NUESTRA libertad? Porque ahora nadie tiene dinero ni medicinas ni trabajo, han jugado con nuestra dignidad, la han pisoteado… ¿y hablan de MORAL? Ese día, como protesta, cientos de sitios de recreación colocaron a todo volumen las canciones de esta banda. Sin embargo,  el grupo fue prohibido en otros países árabes, “muy morales” con mujeres sin derechos, y hace unas semanas decidió disolverse. Esperemos que recapaciten y vuelvan a unirse. MASHRU3 LEYLA, un cuarteto talentoso, disuelto en nombre de lo absurdo.

El último grupo al que nos referiremos, sorteando su libertad, es al de las mujeres en Líbano, quienes ya han tenido su buena trayectoria de luchas, esperando una unificación de leyes civiles, todos sin resultado. Pero con el asesinato de la ciudadana iraní, Mahsa Amini, se han vuelto a colocar en primera plana.

Detengámonos un poco en lo sucedido en Irán. Un país con grandiosa historia, pioneros en tanto, Irán es mucho más que el gobierno que vemos y los acuerdos (con sus “enemigos”) que no vemos. A los gobiernos represivos siempre se les va la mano. Sucede en países pequeños de los que no se habla, y sucede en países que ocupan los titulares. Al gobierno iraní le ha faltado colocar algunos dígitos en su ecuación, puesto que no contaban con que las voces ahogadas bajo amenaza se alzarían. Y he aquí las malas cuentas que los sistemas religiosos no son capaces de ver: no se puede ser una “potencia” si la sociedad es reprimida y si sus mujeres carecen de derechos. Y si de represiones hablamos, no culpemos solo a Irán. Su contraparte, Arabia Saudita, no es mucho mejor en cuanto a igualdad de trato. Irónicamente muchos partidos políticos solo atacan a uno, sin ver que el otro es lo mismo en diferente color.                                                                                            Cierto es que el régimen del Irán del Sha estaba plagado de corrupción, pero con todos los defectos que sabemos que tenía, no se justifica ir al otro extremo, que es el totalitarismo religioso. La muerte de Mahsa Amini ha quitado la tapa a una olla de presión en Medio Oriente, y ha levantado, nueva e históricamente, a las mujeres de la zona.

En Líbano el hiyab (velo) es usado por algunas mujeres de religión musulmana, y no es obligatorio sino opcional. Sin embargo, en un país como este, en el que las divisiones han sido la mejor arma de los gobernantes, las mujeres no han perdido su tiempo en manifestarse en contra de lo sucedido en Irán. Y, más aún, han aprovechado para gritar a viva voz la represión sufrida a causa de la intervención religiosa en la vida diaria. Y ESTO ES POR PARTE DE TODAS LAS INSTITUCIONES. Como ejemplo, cabe decir que un sacerdote instó públicamente a NO VOTAR por el grupo libanés de danzas MAYYAS en el concurso de America´s Got Talent, porque sus vestuarios no eran decentes. Los oídos sordos jamás fueron tan útiles.

Ver a las mujeres unidas siempre da una esperanza, realizable o no, diferente. En su manifestación frente al Museo de Beirut, un representante religioso tuvo la mala ocurrencia de hacer acto de presencia. Muchos dicen que se trata de una persona bastante moderada que venía a apoyar la causa. No lo dejaron ni hablar ni explicarse ni completar una frase. Con consignas de “la corrupción se esconde en los turbantes” tuvo que salir del lugar con media sonrisa, no sin antes escuchar a una mujer decirle: “los religiosos nos reprimen”. Es bueno recordar que el matrimonio civil no existe en Líbano gracias a la firme oposición de las instituciones religiosas, TODAS.

Mahsa Amini con su actitud y su terrible fallecimiento dio paso  a subir el volumen a las voces de libertad, y su eco seguirá sonando por un buen rato.

Y es así como en nuestro golpeado Líbano van surgiendo uniones de grupos que sobrepasan lo establecido. Los familiares de las víctimas del puerto, los depositantes, el grupo LGBT+, las mujeres…nadie ha sido protegido ni por el Estado, ni por ninguna autoridad partidista o confesional. Se ven obligados a buscar soluciones a través del sentido común, que es el menos común de los sentidos. No sabemos cuál será el alcance que puedan tener. Lo que sí sabemos es que es imposible que regresen a los rebaños impuestos por el sistema, en este país que antes de clamar por la aceptación internacional, debe sentar bases como nación.

Los pro sauditas nos quieren liberar de los iraníes, y los pro iraníes nos quieren liberar de los americanos y sionistas. Pero ¿quién nos libera de nuestros dirigentes? O nosotros mismos o nadie. Y esto ha sido entendido, al menos, por estos cuatro grupos. A los libaneses los quisieron separar para “preservar sus derechos”. Hoy, la falta de derechos los une.