POEMA DE DON JOSÉ HELÚ

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¡Oh, mi madre!

 

Oh, mi amado país, te recuerdo / con cariño y jamás te olvidaré.

Te amo con verdadera devoción. / Y tal vez en tu tierra moriré.

Pero existe un amor aún más grande / que en las mañanas y las noches arde:

El amor de mi madre, aún más fuerte / que el tuyo. ¡Oh, mi madre!

 

Tarde en la noche, y ya dormidos todos, / me quedé a solas con mi soledad.

Mi derecha jugando con mi izquierda, / pero presa del llanto y el pesar.

Silencio y pensamientos vagabundos… / Mas una voz oí, hermosa y suave:

“Hijo mío”, e igual que cualquier niño / respondí: “¡Oh, mi madre!”

 

En mi exilio he contado que en mi infancia / le encantaba a mi madre mi voz lírica.

Mas si hoy canto es por juego y no lo siento / y encuentro que mi voz ahora es rígida.

 

La melodía que aprendí primero / y que recuerdo siempre, a cada instante

Es una deliciosa que no expresa / más que eso: “¡Oh, mi madre!”

 

La noche ha sido justa y por encima / vi volar a los ángeles del sueño

Que dijeron: “El Dios del pueblo asigna” / un protector a todos los pequeños.

Él los cuida en su cuna, él los guarda / mientras se van al fin todos los males.

Y a mí ¿qué ángel me ha cuidado siempre? Lo he dicho: “¡Oh, mi madre!”

 

¿Quién más feliz que aquél que siente el beso / de su madre en la casa del Señor?

En su sueño se posa un ave mágica. / Es su madre que canta una canción.

La misma que al oírlo se encantaba. / Y el corazón le parte en dos mitades.

Pues toda la ternura va en un beso, / un beso de mi madre.

 

En esa larga noche de emigrado / el sueño desertó de entre mis párpados

Y, llevando las manos a mi cara, / pues no podía ya frenar mis lágrimas,

Oí una voz de alivio que decía: / “Hijo mío, pedazo de mi carne”…

Y respondí a la voz: / “Aquí estoy, oh, mi madre!”