TRÍPOLI, LA PARTE MÁS DELGADA

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Dida Sáab.
24 de abril, 2022
Una cuerda siempre se revienta por su parte más débil. En Líbano esa parte se llama TRÍPOLI y se apellida DESESPERADA.
Si seguimos con los refranes, sustituyamos “rayas” y “tigres”, y armemos un refranero libanés: “¿Qué es una tragedia más para Líbano?”
Ayer en la noche un grupo de unas sesenta personas de todas las edades decidieron salir por el puerto de Trípoli rumbo a cualquier lugar del mundo que ofrezca condiciones humanas para vivir. Era una embarcación ilegal. En países con gobiernos de seres humanos, la embarcación hubiera sido detenida y regresada a su puerto de origen. En el desgobierno de seres impensantes que tiene este país, la orden fue otra. La guardia marítima embistió y chocó la embarcación hasta romperla. Hasta ahora el saldo es de 8 muertos, varios heridos, muchos desaparecidos y una nación que no sabe cuántas rayas más se le pueden agregar a este tigre moribundo y esquelético.
Trípoli está enojada y desolada. Ciudad que ha dado tanto en cultura, letras, artes, hospitalidad, es la localidad más pobre del país, mientras que los caudillos originarios de la misma son los hombres más pudientes de la sociedad política, económica y social libanesa. Dinero y cobardía es lo que más tienen estos políticos. Han desatendido a la gente necesitada, hospitalaria y valiente, nuestros amados tripolitanos quienes en el 2019 dieron las mejores muestras al mundo de cómo se hace una revolución.
Hoy los políticos y la sociedad se enfrentan a un panorama desconocido. De un rescatado en altamar, quien perdió a sus hijos, y aún así dice que prefiere ser devorado por cualquier criatura marina antes de vivir en la misma tierra de estos corruptos, se puede esperar cualquier cosa.
Aún no queda claro si quien cometió la salvajada de golpear la embarcación fue el Ejército, alguna fuerza de orden público, seguridad interna o marítima, o quizás fue Perico el de los Palotes. Total, a la hora de amedrentar, esta podrida clase política uniforma a cualquiera y los mandan a cumplir órdenes. Matar a quienes huyen, por ejemplo. A quienes huyen del país que ellos desahuciaron.
Y que quede claro. Al decir ELLOS nos referimos a TODOS. A los que hicieron y a los que dejaron que hicieran. De ser autores de esta podredumbre no se salva NADIE en la clase política actual. Ojalá hubieran sido ellos los que estaban en esa barcaza, y no hubieran tenido retorno al país.
Es una utopía desearlo, pero todos deben irse. Los que dominan y los que los dejaron dominar a cambio de cualquier cosa.
Estamos seguros de que, quienes dieron la orden se desentenderán del asunto, los dos infelices que atacaron la barcaza serán encarcelados, y aquí no ha pasado nada.
Y Líbano seguirá atando las partes delgadas de la rancia cuerda en la que se ha convertido, y los mismos ocho dueños del país seguirán horneando el pastel que se repartirán el 15 de mayo durante las elecciones.