YO SOY LÍBANO (PARTE 22)

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LOS OTOMANOS
ANTONIO TRABULSE KAIM (+)

 

 

Al inicio del siglo XIV en Anatolia surge el imperio otomano, que dominó desde el año 1300 hasta la Primera Guerra Mundial. Creció por tres continentes, de Hungría a Adén, y de Argelia hasta las fronteras con Irán, teniendo como sede imperial a la ciudad de Estambul. Por medio de Crimea, llegó hasta Ucrania y el sur de Rusia.

El vocablo otomano proviene del nombre de un guerrero turco llamado Othman, quien fundó un imperio con Tracia y Macedonia, un sultanato autócrata y una aristocracia burocratizada. Aunque respetó las creencias de los sometidos, en mi territorio persiguió a los cristianos y a los chiitas, ya en el ocaso del imperio, además de reclutar a niños cristianos para islamizarlos y convertirlos en los guardias que fueron conocidos como jenízaros. Su mayor expansión se dio en el siglo XV con Mehmet II quien se posesionó de Albania, Crimea y Constantinopla. En el siglo XVI, Selim I me anexo junto con Egipto y Siria. Solimán El Magnífico hizo de Estambul un espléndido centro cultural del imperio. Desde 1590 brotaron rivalidades dinásticas por el pretorianismo de los jenízaros, con ello, surgió la preocupación de algunas naciones europeas. Los otomanos decayeron en el siglo XVIII hubo sublevaciones, recesión económica y fallidos intentos de reformas. Pero Estambul retuvo sus conquistas e impuso a la gente un brutal sojuzgamiento.

Turquía inició su dominio del cercano oriente organizando un gran ejército. Lo estacionó en Dabiq, cerca de Alepo, y chocó con los mamelucos. Los otomanos me sometieron en 1516, dominación que duraría 400 años hasta la Primera Guerra Mundial. Al llegar Salim I a Damasco, sirios, libaneses y príncipes druzos tuvieron que mostrar sumisión. Los turcos eran corruptos a ricos e influyentes. El Bashalik valía un millón de francos, una cancillería medio millón y un juzgado 150,000. A la muerte de Salím I un traidor mameluco llamado Ghazali, bashá de Damasco, se autoproclamó sultán, pero Suleimán El Grande, hijo del fallecido gobernante, envió un contingente militar que lo mató e inició una brutal represión. Un tercio de la población fue exterminada, los suburbios arrasados y hubo excesos de jenízaros que recordaron los peores tiempos del imperio mameluco, los de Tamerlán.

Una vez más yo, Líbano, seguí oprimido por extraños. Y mi pueblo soportaría cuatro siglos de corrupción otomana y una opresión que empeoraría a fines del siglo XIX e inicios del XX, con las gestas libertarias internas y cuando las potencias europeas mostraron interés en las naciones del Oriente Cercano, que ya exteriorizaban la fuerza estratégica de su posición geográfica y sus recursos naturales. Turquía tiro zarpazos mortales provocando que los libaneses y demás habitantes de sus territorios sojuzgados, buscaran nuevos horizontes de libertad en un exilio voluntario y doloroso.