YO SOY LÍBANO (PARTE 26)

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CONTACTO CON FRANCIA
ANTONIO TRABULSE KAIM (+)

 

Estambul mostraba la continua rebeldía de los hombres de mi montaña; patriotas como Youssef Karam, el héroe de Ehden, exigían ser libres. La respuesta imperial fue aumentar la represión y provocar conflictos intercomunitarios, sobre todo en 1841, 1843, 1845 y 1846.  En 1860 las pasiones ya eran incontrolables y las batallas estallaron en Monte Líbano, culminando con la masacre de 10,000 católicos maronitas en la zona serrana del Chouf. La reacción fue establecer contactos con Francia. País que, por beneficio propio, o por simpatía a sus correligionarios libaneses, defendió los intereses maronitas en foros internacionales y en mi tierra misma. Turquía ya tenía una piedra bastante molesta, dentro de la bota de su decadente Imperio.

Una misión internacional se reunió en mi capital, Beirut, en marzo de 1861 y redactó la ley orgánica para Líbano, obligando a los otomanos a aplicarla. No se pudo lograr que un ciudadano libanés gobernara Monte Líbano pero, a cambio, se estableció que lo hiciera un católico del imperio. El sistema del Mutasarrafíya nace en 1861, con la creación de un nuevo modelo político de autonomía administrativa para esta región. La situación comunitaria y los sentimientos libertarios en Monte Líbano estaban muy agitados y perturbadores por los que se instituyó este modelo administrativo subordinado a Turquía, con un gobernador designado por el Gran visir otomano, con la revisión de Francia, Gran Bretaña, Rusia, Austria, Prusia e Italia. Y a pesar de ser una institución dirigida por un gobernador subordinado al sultán, tenía un consejo administrativo y consultivo para dar representatividad a cada grupo religioso en base a su dimensión numérica politizando las creencias y tornando una disertación confesional en política.

Este tipo de gobernabilidad trajo como consecuencia hacer selectivas a determinadas familias debido su servilismo o alianza con las potencias influyentes en el Cercano Oriente. Minorías locales que tenía preponderancia en cuestiones como cobrar impuestos o nominaciones de cargos políticos como jueces y funcionarios, etc; a cambio de solventar los intereses de sus socios políticos en el área. De esta manera Monte Líbano se convirtió en una entidad libre a medias.

Había también sucesos positivos. Por ejemplo, el hecho de que los jesuitas franceses llegados a mi territorio fundaron escuelas de calidad, como el colegio establecido en Ghazir en 1844. Posteriormente en la ciudad de Beirut abrieron una universidad. De igual manera, en 1844 se instaló un colegio estadounidense en el pueblo de Aley que, 1868 dio paso a la Universidad Americana de Beirut.

Pero en Monte Líbano y en casi todo mi territorio, la lucha se incrementaba entre pro-otomanos y pro-francos, abandonando a una emigración que había empezado años antes y que se incrementaba buscando paz y libertad, actitud ya sobradamente notoria.

Lo Estados Unidos tienen registrado al primer emigrado libanés; fue Antonius Bachaalany, originario del pueblo de Salima, quien llegó en octubre de 1854 el primero registrado en América del Sur fue el obispo de Saida, Mons. Basilius Haidar, quien ingresó a Brasil siendo emperador Don Pedro II, llamado el Magnánimo, quien lo recibió con honores por su investidura y por venir de las sagradas tierras del Medio Oriente. Siguiendo el ejemplo de Bashalani, otros emigrados ingresaron a los Estados Unidos; eran palestinos de Belén, la cuna de Cristo, que llevaron cruces de madera incrustadas son nácar a la exposición de Filadelfia, obteniendo ganancias que los motivaron a permanecer dentro del comercio estadounidense. A Australia llegaron inmigrados libanese en 1878, el mismo año en que un libanés, el R.P. Boutros Raffoul, llegó a México.

El filólogo, filósofo e historiador, Joseph Ernest Renán, especialista en arqueología semítica, fue a Beirut enviado por Napoleón III. En sus excavaciones encontró un sarcófago que envió al Museo de Louvre. Renán escribió el esplendor fenicio y los grandes vestigios egipcios, asirios, griegos, romanos, árabes y francos.

El poeta Alphonse Marie de Lamartine dejó constancia de la gran belleza y notable riqueza cultural concentradas en ese pequeño gigante que dicen que soy yo, Líbano, mientras se vivían los últimos y más dolorosos del imperio de la Sublime Puerta, que en turco se dice Bab-i-ali, y este el vocablo que define el gobierno turco el imperio otomano, por analogía, ha dicho imperio, al hacer una metáfora con la propia puerta que daba entrada a las dependencias de dicho gobierno, situada en la ciudad de Estambul, la urbe que une a Europa con Asia y antigua capital otomana. Puerta Otomana, Sublime Puerta o Puerta Elevada, son definiciones para referirse al término bab-i-ali, utilizado en relación al gobierno del imperio, en el ambiente diplomático la Sublime Puerta era, también, el nombre de la corte pública del sultán, quien organizaba el Gran Visir, cargo que fue antecedente al del primer ministro. Recibió tal nombre por la puerta de las dependencias del Gran Visir, vecinas al Palacio de Top Kapi, sitio donde el sultán recibía oficialmente los documentos y daba la bienvenida los embajadores acreditados por otros países.